LIDIA
- Ramiro Aguilar Torres
- 7 feb 2020
- 1 Min. de lectura
Uno, dos, tres lances
llevan la lidia a mitad del ruedo.
El animal llora de furia,
el matador se deleita en el miedo.
La cornamenta se despliega poderosa
frente a la roja tela de engaño y tormento.
La capa incita, el viento conspira,
la sangre hierve y el toro enviste.
Idas y vueltas pactan la cita a distancia prudente.
La bestia intuye el acero fatal
y el hombre entiende el riesgo de muerte.
La imagen se congela en el tiempo:
Brazo y estoque horizontales, tensos.
Capa recogida y pecho a descubierto.
El toro, al ver a quien ha de matar,
levanta la cabeza y contrae los cuartos.
Ambos buscan la carne oponente.
Entre ellos, el vacío del instante siguiente.
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